La educación física en “Estudio”
«Dedica la Sección Preparatoria a la clase de juegos dos sesiones diarias de tres cuartos de hora; distribuidas hacia la mitad de la mañana una, y hacia la mitad de la tarde otra. Teniendo en cuenta que en el recreo es donde se muestra más abiertamente el carácter del niño, el profesor ha de esmerarse, más que en cualquier otra clase, en observar y corregir el comportamiento del alumno. Por eso no puede dejar que los muchachos jueguen a su antojo, sino que ha de enseñarles a jugar, y procurar que sus juegos tengan un valor moral y físico, sin coartar la expansión del niño. Como es el momento en que el alumno convive más íntimamente con sus compañeros, la maestra lo aprovecha para proporcionar las enseñanzas sociales que del juego se derivan, atendiendo a fomentar la idea de colectividad y relegar el egoísmo. Para conseguir esto se necesita que el juego sea una actividad organizada. Todos los juegos son colectivos; los juegan reunidos los niños y las niñas, formando equipos. Y para evitar que surjan de ellos unos cuantos campeones, y que el resto de los muchachos se sientan inferiores y decaiga su interés, se organizan siempre los juegos de tal modo, que nunca haya un individuo vencedor, sino el equipo entero, y con ello los tipos medios de jugadores saben que, por poco que ellos aporten, pueden decidir la victoria de su partido. Se han practicado, siempre al aire libre, los siguientes juegos, que pueden formar dos ciclos: uno de juegos propiamente dichos (blanco y negro, relevo de pelota, justicias, marro, comba, dos partidos, foot-ball, pelota alemana, etc.), y otro de ejercicios atléticos, dentro de los límites que permite la edad de los niños (diferentes clases de carrera y saltos, lanzamientos, etc.) [sic]». Jimena Menéndez Pidal