En México comenzaron a funcionar centros como el Instituto Luis Vives, la Academia Hispano-Mexicana, el Colegio Madrid o los colegios Cervantes. En ese y otros países, como República Dominicana o Venezuela, algunos de los centros creados por exiliados llevaron el nombre de Instituto-Escuela. En España, la huella del movimiento de renovación pedagógica no pudo ser del todo borrada. Muchos maestros de todas las etapas siguieron empeñados en recoger este legado, que logró pervivir en diferentes iniciativas en la enseñanza pública y privada. En 1940, tres antiguas profesoras del I-E, pusieron en marcha el Colegio Estudio, al que seguirían poco después experiencias como el Colegio Estilo, el Liceo Anglo-Español o el Colegio Base. Algunos centros que ya existían en Madrid antes de la guerra civil, como el Liceo Francés o el Colegio Decroly, pudieron sustraerse, siquiera parcialmente, al ambiente retrógrado impuesto por el franquismo y mantener su espíritu fundacional. Mientras, el Instituto Británico de Madrid y el Instituto Internacional se convirtieron también en refugio para muchos profesores represaliados.